"París bien vale una misa..." dijo Enrique de Borbon, y en los días finales de julio de 1593 se convirtió al catolisismo...y así en rey de Francia...
Había sido criado como protestante calvinista, y en esa fe fundaba sus creencias cuando presionado por las muertes de sus antecesores y por miembros de otras monarquías europeas, como el rey de España como Felipe II, se declaró católico en búsqueda de la pacificación del territorio galo y la corona...
Gobernó Francia entre 1589 y 1610, los primeros 4 años de su reinado, sólo los hugonotes lo reconocieron eso le impedía gobernar, frente a esta situación se declaró católico tranquilizando el animo parisino...
Fue conocido como Enrique el grande o Enrique el Buen rey...a través del Edicto de Nantes logro la tolerancia religiosas y así, lentamente, pacifico Francia.
Sin embargo, no es su reinado sino su llegada al poder lo que me llevó a pensar... París no siempre vale una misa, lo que queremos lograr, muchas veces no vale la renuncia a nuestras convicciones o creencias y si es así, si para llegar a un lugar, a una persona, a un puesto, a un reconocimiento tenemos que renunciar a parte de nuestra esencia, a nuestro ethos...si ya no somos nosotros al llegar... valdrá la pena?